lunes, 18 de abril de 2016

vísteme despacio que tengo prisa

Todo el mundo tiene, al menos, veinte cosas que le hacen feliz.
Las peculiaridades de esas cosas es que no se compran en ningún sitio, puede que nadie las comparta, puede que nadie las comprenda y además producen la sensación de plenitud y bienestar más puro que podemos experimentar. Efectivamente  me estoy refiriendo a eso que llaman los “placeres” de la vida, los “detalles” que nos hacen acercarnos un poquito más a la felicidad.
Son simples pero suelen vivirse con intensidad, pueden ser cotidianos y capaces de sacarnos la sonrisa más radiante, pero paradójicamente  pasan desapercibidos, y tan buenos son que poco se habla de ellos, pienso que quizás porque no compensa difundir demasiado que la sensación de bienestar proviene y depende de la propia persona en sí.
He dicho veinte pero por impensable que parezca, hay muchos más. Tratando de reflexionar sobre ellos, puede que no caigamos en la cuenta de tener tantos, pero no ser capaces de citarlos no significa carecer de ellos.
La sensación del sol en el rostro, salir a la calle o simplemente encontrar el ascensor a mano después de un día largo de trabajo pueden ser algunos de ellos. A veces tan ridículos nos parecen que ni siquiera los valoramos pero sin ellos estaríamos perdidos. Cuando hablamos de vivir el presente y dejar de conjugar el futuro, nos estamos refiriendo precisamente a esto; a detenernos en cada instante para darle el valor que se merece, concentrarnos en el momento actual y en quien tenemos delante. Se trata de disfrutar de esos instantes que el ritmo de vida que llevamos hace que nuestros días pasen sin que podamos disfrutarlos al cien por cien, y ahí es donde se encuentra una de las causas sobre ese feroz paso del tiempo a partir de cierta edad que constatamos a diario, que nos aterra pero que no sabemos ni cómo ni por qué se produce; pensemos fríamente ¿acaso no es  lógico que el transcurso del tiempo sea cada vez más rápido si nuestra satisfacción está situadas a meses o incluso años vista?
No confundamos satisfacción o bienestar con metas, lo primero suele ser más fácil de obtener y más inmediato, mientras que las metas, como su propio nombre indica  están ubicadas al final, en un lugar futuro. Se trata de llegar a ellas en la mejor condición posible y con la sensación de haber disfrutado el camino.
Vivir deseando obsesivamente la llegada del futuro, significa ignorar y dejar de vivir el presente; olvidamos que, por muy poco que nos guste, el momento actual también forma parte de nuestras vidas. No se trata de frustrarse pensando  que a partir de cierta edad el tiempo pasa más deprisa, se trata de analizar con qué tipo de mentalidad decidimos crecer y qué prioridades son más importantes para nosotr@s.
El tiempo  no varía, sigue siendo el mismo que años atrás, no se produce una aceleración de relojes a partir de los veinte años; lo que sucede es que elegimos una forma de vida centrada en el futuro, “seré”, “haré”,“iré”…
Contar con cierta previsión es una decisión inteligente, pero siempre y cuando no nos prive de vivir el aquí y el ahora, en el momento que esto sucede es conveniente tocar el botón de “stop” para volver a centrarnos en que es lunes 18 de abril de 2016.

Si aún dudas que puedas tener “tantas” cosas  cotidianas que hagan especial el día a día, solo tienes que empezar,
1.
2.
3.
4.
………….



À Bientôt******

lunes, 11 de abril de 2016

Para sobrevivir a la crisis hay que morir en el intento


Me considero una loca fanática de las redes sociales. Me parece increíble que a tan solo un golpe de dedo puedas tener absolutamente todo a tu alcance. No hay nada imposible.
Pero hay algo negativo en ellas que más de un@ ha percibido y es que, desde que ha estallado este boom social, la calidad de nuestras relaciones sociales ha caído rodando calle abajo.
Las redes sociales han puesto a nuestra disposición el mundo de la información sin ninguna frontera, nos han acercado a quienes tenemos lejos, pero también han sacado lo peor de las personas; se han convertido en gabinetes psicológicos online, en la  manera indirecta de expresar las frustraciones, preocupaciones o todo aquello que tan solo debería ser sabido como mucho por una persona, en un medio para evitar el cara a cara y sobre todo,  un lugar para ventilar intimidades de absolutamente cualquier calibre. Pero efectivamente, las redes sociales son solo eso, redes, plataformas que permiten publicar, y en cambio somos las personas quienes (por el momento) decidimos qué uso darles, por lo que debemos culparlas pero en su justa medida.
A las relaciones interpersonales no les han sentado muy bien esta avalancha tecnológica, sino que por el contrario pienso que se ha visto resentidas. Las nuevas tecnologías han devastado el significado de la palabra “amig@” y esto ha provocado que consideremos como tal a cualquiera que forma parte de una lista de contactos, pero que paradojicamente hemos visto una o , con mucha suerte, dos veces en la vida.
Como he dicho, el cien por cien de la culpa no la tienen las redes sociales, sino que existen también otros fenómenos relacionado con las personas  y que influye en este desgaste de las relaciones sociales; por ejemplo, una tendencia generalizada a valorar como amistad lo que tan sólo son encuentros esporádicos;  esto quizás esté muy relacionado con el ritmo de vida en el que hemos y estamos creciendo. Somos la generación  “fast food” pero con el detalle de que podríamos sustituir “food” por cualquiera de los ámbitos en los que se desarrolla el ser humano; queremos conocer rápido, confiar rápido, superar duelos rápido, vivir rápido… queremos relaciones rápidas, sin etapas, , conocer a una persona y automáticamente considerarla y que nos considere íntima, brindarle una radiografía detallada de nuestra vida sin apenas saber nada de ella …y ahí es donde tenemos la raíz de todos nuestros problemas.
Con las personas que aún no conocemos bien el cuidado debe ser extremo, no por nada en particular, sino porque aún no podemos valorar si realmente esa persona nos convence como para incluirla dentro de nuestro círculo más cercano e íntimo. El error reside en que fiándonos de una primera impresión (que aunque fundamental no es decisiva) generalizamos y depositamos ciegamente toda nuestra confianza.

Otro fenómeno, es todo aquello que hace referencia al problema que tenemos respecto la cantidad; al igual que somos l@s “fast food”, también somos la viva imagen del “cuanto más mejor”, y en materia de relaciones sociales no iba a ser menos. Durante la adolescencia, fruto de todos los cambios que se dan en ella, prima la popularidad frente a la calidad y, aunque en principio no tiene nada de malo, como propio que es de esta etapa, se nos olvida que es eso, una etapa. Salimos de la adolescencia con una lista de “amistades” inmensa y más que abundante pero al continuar el camino esa lista va perdiendo grosor y aunque quizás en el momento no nos percatamos de ello, después puede llegar a ser percibido como algo negativo, frustrante o incluso un fenómeno que llegue a afectar a la autoestima.
Y es que  al igual que pasa con la rapidez, el mensaje que siempre nos ha lanzado la sociedad es que nuestra felicidad, popularidad y bienestar se mide en base a la cantidad de cosas que tenemos, y nosotros extrapolamos cosas a personas. Y a todo. En este caso, las redes sociales si aportan su pequeña presión ya que en muchos casos la popularidad de ciertas redes consiste en generar la mayor cantidad posible de seguidor@s. Y se empieza tratando de conseguir el máximo número posible y se termina creyendo que todos los que forman parte de esa lista son verdaderas amistades.
Con lo cual, si enlazamos todo lo anterior no resultará difícil contar una lista inmensa de “relaciones” pero a su vez, unas relaciones poco afianzadas, de estilo superficial, basadas en el desahogo de una tarde de café y destinadas probablemente a fallar en cualquier momento. Y cuando esto sucede es cuando parece que el mundo se desploma, no entendemos nada, desatamos la furia contra esa persona y el sentimiento predominante es la decepción y la sensación de sentirse poco apreciad@ por los demás. Pero sin embargo, no somos capaces de analizar cómo hemos construido desde el principio esa “relación” fallida y volvemos a repetir patrones una y otra vez, culpando al mundo de nuestra mala ¿puntería?
Aunque parezca ridículo, nos haría falta recordar cómo se crean las buenas amistades, tal y como lo hicimos en su día en el colegio. Despacio, aún más despacio, porque si íbamos a un ritmo lento cuando aún éramos inocentes, más debemos ir ahora que sabemos que el mundo de los adultos no es precisamente un cuento de hadas.


À bientôt**********


lunes, 4 de abril de 2016

Érase una crisis mundial

“Crisis”, una de las palabras más escuchadas, repetidas y compartidas, por desgracia en  los últimos años. A nadie le extraña ya escucharla y lejos de ello ya forma parte de nuestro vocabulario cotidiano; antes nos alarmaba y ahora la usamos prácticamente a diario y parece que con menos importancia de la que le dábamos antes.
Seguramente la asociemos a la situación económica por la que están atravesando muchos países o mejor dicho, el mundo en general. Pero la crisis “moderna” lo abarca todo, no solo la economía. Todo avanza demasiado rápido y dicen que sin rumbo y no somos capaces a adaptarnos, a renovarnos… o quien sabe lo que hay que hacer; vivimos presionados por cambios continuos y no sabemos afrontarlos, no los comprendemos o simplemente no queremos asimilarlos.
Pero es que a veces, no existe más salida que pensar que si el mundo en general se encuentra profundamente enfermo y podrido, es normal que quienes vivimos en él y todo lo que está directamente relacionado con sus habitantes, también lo esté.
Según la información a la que me expongo día tras día como comentarios, posts, opiniones, historias diarias…el sentimiento más encontrado es que aún tenemos la esperanza de que existan valores positivos en nuestra sociedad, que impere la sinceridad, la solidaridad, el ponerse en la piel del otro… esas cosas supuestamente ideales que hacen a las personas dignas de merecer el calificativo de seres humanos. Dicen que la esperanza nunca está de más conservarla, pero creo que esto debe aplicarse siempre y cuando tengamos posibilidades reales de ver cumplido todo esto; si la imagen diaria de nuestra sociedad nos muestra una y otra vez todo lo contrario, opino que es mucho más factible adaptar nuestras acciones  a las cosas, tal y como se presentan . Quizás algún día todo esto cambie, no creo que esto pueda sostenerse mucho más tiempo así, ya que aparte de inviable solo conlleva la destrucción, y nuestra sociedad es un puro ejemplo de ello.
Cuando digo “adaptar”, no me estoy refiriendo a convertirnos en abogad@s del diablo si no a tratar de idear una técnica que permita convivir con ello, ya que por lo que vemos luchar en contra y frustrarse no sirve de nada. Como es preferible buscar una solución útil, existe la posibilidad  de convivir con ello, es decir, contar con los propios valores pero sabiendo que, por muy buenos que sean, no pueden ser aplicables a todo el mundo ni en todas las ocasiones. Se trata de aprender a ajustarlos a cada situación teniendo siempre muy presente la experiencia, y no actuar según “lo que está bien o es correcto”, ya que eso aparte de que no existe, conduce nada más que al camino de las decepciones y aleja del sendero de la armonía. Y no es que lo diga yo, es que estoy segura de que tú como persona que estas dedicando tu tiempo para leer este post, ya lo has vivido. Y una vez que lo vives, el mensaje automático personal que surge en tu mente es “última vez” pero aun así, encontraremos una circunstancia similar y volveremos a guiarnos por esos valores maravillosos que no sé quién nos ha dicho que son tan buenos.
De todos los valores más castigados que hay, gana por goleada el mundo de las relaciones entre las personas; no sé si por demasiado compleja o por el contrario demasiado simple pero las relaciones de amistad son uno de los asuntos que más vulneran a la gente, que más decepciones traen consigo y que, al igual que un caso de varicela, da igual que ya lo hayas sufrido una vez: puede repetirse en más de una ocasión y cuanta más edad tengas, peor.
Sobre sus causas, haría dos apuntes: en primer lugar, repasar el concepto de amistad que tenemos cada uno y en segundo lugar vigilar esa tendencia horrible que tenemos a pensar que todo el mundo actuará como lo haríamos nosotros; una vez analizado esto, medio camino estará recorrido. Para la otra mitad que falta necesito de otro post si no quiero convertir éste en un testamento, así que después de esta introducción a la polémica,  solo me queda finalizar apuntando que, al igual que la mayoría de las cosas que se encuentran afectadas por esta crisis mundial, los lazos entre las personas han sido de los más golpeados, y por tanto, una de las preocupaciones mayores de las personas, que tras pasar la frontera de los 20 años, o te vuelven más sensible o por el contrario más radical; cada uno elegirá estilo.



À bientôt***

lunes, 28 de marzo de 2016

Decir nunca daña


No queremos conflictos, no queremos discutir.
Pero lo cierto es que nos ha tocado vivir en un lugar donde los conflictos y los problemas son la orden del día, y resolverlos requiere dar nuestra opinión, argumentarla, defenderla, retractarnos de ella, aceptar otros modos de ver las cosas, aceptar que quizás haya otras personas con ideas diferentes, en definitiva, discutir.
Discutir no es gritar ni dar un golpe encima de la mesa, aunque es verdad que lo hemos hecho y seguramente lo continuaremos haciendo, y pienso de cuando en cuando sea sano hacerlo.
Pero  tampoco hay discusión si no hay escucha. Tan o más importante que hablar.
Este ritmo de vida nos ha hecho coger el hábito de hablar sin pensar, hablar sin saber y hablar sin escuchar. Hablar sin escuchar significa querer blindar nuestra opinión sin opción a ver las cosas desde diferentes puntos de vista, y eso no es discutir. Recordemos que nuestra opinión es solo una más de las 40 y muchas millones que cohabitan en este mundo  y no es ni la única, ni la objetiva, ni la “normal” ni la más valida, tan solo es nuestra opinión.
 Todos tenemos una opinión de absolutamente todo lo que nos rodea; personas, política, comportamientos, acontecimientos…todo. Y es más, todos deberíamos tenerla, porque eso significa que somos lo suficientemente inteligentes como para poder analizar, sintetizar y reaccionar ante ciertos sucesos. Nadie es neutral a nada, todo nos provoca reacciones, de diferentes intensidades pero bajo una necesidad de aprobar o por el contrario desaprobar cualquier situación.
El ser humano como social que es, necesita y a la vez vive de la comunicación. La vida se desarrolla bajo la comunicación y  es así como somos capaces de transmitir nuestras ideas, pensamientos... pero también la que nos permite conocer las inquietudes y principios por los que se mueven las personas que nos rodean.
Aparentemente comunicar es fácil, pero lo que cuenta con un nivel algo más elevado de exigencia es elegir como hacerlo. Existe una tendencia bastante generalizada a  pretender que el resto de la humanidad adivine nuestros pensamientos y se juega a delegar en los demás el fenómeno de la suposición. Parece que nos resulta más fácil contar “a medias” que dar razones reales ¿las causas? El “miedo” a expresar lo que realmente sentimos por temor a la reacción de los demás. El primer puesto dentro del ranking de las habilidades sociales consiste en  ser “asertiv@”, pero la experiencia nos dice que aún no nos resulta demasiado atractivo para ponerlo en práctica; es junto al “saber decir no” una de las tareas que siguen pendientes. Ser asertiv@ consiste en saber decir en cada momento lo que pensamos  pero con el detalle de hacerlo de manera políticamente correcta, sin causar ofensa en los demás. Significa dar valor a nuestra opinión y a nuestras necesidades sea cual sea el momento y evita el enquistamiento emocional que, con el paso de los años puede ser autodestructivo y llevar al “efecto volcán” (situación donde todo lo que llevamos callado durante años sale de manera agresiva, contra la persona menos esperada y en el momento menos adecuado).
Decir lo que se piensa es la mejor de las terapias para un@ mism@, pero igualmente es  considerado deporte de riesgo, y no solo actualmente sino ya desde tiempos inmemoriales. Parece que, quien habla desde la sinceridad que le sale de sus entrañas está en constante busca del conflicto, y sin embargo aún nos cuesta entender  que quizás es la única manera de conocer realmente qué piensa esa persona, por muy duro que resulte oírlo o por muy inaceptable que queramos considerarlo.
Somos tan ambivalentes que queremos la verdad pero no queremos que nos la pongan de frente. Olvidamos la verdad y elegimos escuchar las historias que venden humo, para dar paso después a las quejas y a las decepciones.
No podemos cambiar a las personas, pero si podemos cambiar la manera en que queremos ver las cosas y al lado de quien queremos estar para ello; Y sobre todo, qué queremos transmitir  y de qué manera lo vamos a hacer.



Á bientôt***

sábado, 30 de enero de 2016

Un pedacito de rebeldía

Una vez escuche que para triunfar hay que ser atrevid@s y cambiar del rumbo de lo normal, ser por una vez protagonistas de nuestra vida, dejar de delegar en los demás.
Es obligatorio lanzarse a por  nuevas cosas.
Es obligatorio no escuchar los murmullos de alrededor para poder concentrarse.
Ver que lo que les pasa a otros, también nos puede pasar a nosotr@s, siempre que estemos dispuestos a hacer por ello.
La cuestión de género y su repercusión en la sociedad es algo presente en mi desde que, mas o menos tengo uso de razón.
He sido criticada por ello, apenas tomada en cuenta y acusada de "feminista" como quien lleva la etiqueta de criminal, pero lo que no sabía en aquellos instantes era que simplemente estaba rodeada de ignorancia.
Este primer premio me lo dedico a mi, por defender a muerte mis principios en esta cosa que llaman sociedad y por fin tener una recompensa por ello, recompensa por parte de un jurado experto en la materia lo que aún me reafirma más. 
Por supuestisimo dedicado a aquell@s que, quizás sin pensarlo, se interesaron por el tema y ahora lo tienen presente en cada minuto de su vida.
Y en último lugar, no puedo olvidar a aquellos que me sacaron de quicio con sus debates sin sentido, que  sin tener ni idea de lo que hablan, juegan a ser expertos profesionales en público y me han cedido el honor . 
Prometo que ha sido el primero pero no el último. 
A todos GRACIAS
Aquí está mi pedacito de rebeldía con muchas ganas de ver la luz.




NO HAY TRATO CON LOS MALOS TRATOS


 Sabido es por todos que la violencia no es solo el acto más brutal que puede cometer un ser humano contra sus semejantes, sino la forma más atroz de demostrar la falta de sensibilidad y aprecio por la vida humana. En demasiadas ocasiones es tomada como un método de resolución de conflictos, como una forma de demostrar “valentía” contra alguien; pero sin duda, la cara más perversa de la violencia es aquella utilizada como sinónimo de humillación, de superioridad y de posesión. Ni más ni menos es lo que sucede en los casos de violencia contra las mujeres o también  “violencia de género”.Aún sabiendo la enorme polémica que existe actualmente, puntualizaré que hablar de violencia de género, es referirse a un problema concreto y exclusivo. Multidisciplinar a la hora de abordarlo y muy ideologizado, ya que su base es el foco de la polémica social sobre qué significan las relaciones amorosas y de pareja en nuestra sociedad actual.
En el trasfondo de este problema cohabitan mil enfoques, mil autores y mil cifras, que no bajan.Hablamos  de la consecuencia más brutal de la desigualdad entre sexos existente en nuestra sociedad. Sus síntomas son ideas, actitudes y comportamientos unidos a una filosofía social donde la mujer es situada en una esfera por debajo del hombre y dependiente de él, y donde se cuestiona absolutamente todo lo relativo a ella, desde su aspecto físico, su forma de vida, hasta su sexualidad  y, por si esto no fuera poco,  se  la educa en un modelo de amor romántico, cuyas exigencias nada tienen que ver con la realidad.Esta es la carta de presentación del estilo patriarcal que impera en nuestra sociedad.
La violencia de género no es menos importante que otras violencias, puesto que ninguna de sus modalidades está justificada. No quiere decir que los hombres que sufren malos tratos no merezcan protección, al igual que es merecedora de ello cualquier persona en tal situación, pero la violencia de género, tal y como está definida, es una problemática que afecta a las mujeres en concreto, que por el simple hecho de serlo son víctimas del modelo cultural presente como en el caso de las diferencias salariales o la conciliación familiar.Hablamos de una problemática socio-cultural, afortunadamente cada vez menos invisible pero perpetuada por todos en mayor o menor medida y que pasa desapercibida en muchas ocasiones. Se trata de una violencia aprendida y practicada casi a diario por cada un@ de nosotr@s como parte de nuestra socialización; la frase o actitud más simple e inconsciente  suma un punto más para continuar alimentándola. Estos “micro machismos”, perpetúan que siga existiendo una sociedad desigual.Lenguaje, tradición literatura, música… su uso cotidiano y unido a una infinidad de mitos y prejuicios, son las bocas que alimentan esta lacra social.La violencia machista ni es una  enfermedad mental, ni un problema de alcoholismo, ni el resultado en exceso del amor más puro; sino una cuestión de creencias y de valores arraigados individualmente, pero construidos bajo el legado y mandato  del patriarcado y  la influencia y refuerzo de los medios de comunicación, la publicidad, y la política, cuyo objetivo es mantener y perpetuar todo esto.Pero sin duda, el foco de todas las miradas está puesto en la forma en la que se desarrollan las relaciones de pareja en la actualidad, el concepto de “amor” que circula por cada uno de nosotros y lo que esperamos respecto de la persona que tenemos al lado.La concepción del amor que tengamos, supondrá aceptar o  por el contrario rehuir ciertas actitudes, así como consentir o no ciertos comportamientos.El modelo de amor que podamos tener, vivencias familiares aparte,  está influenciado en su mayoría por las imposiciones desde la propia sociedad
¿Quién dicta la definición de amor?Debemos reflexionar acerca de los valores que se transmiten desde las edades más tempranas y que acompañaran hasta la adultez, ya que el amor se plantea como un cuento de hadas pero sin embargo, cuando la realidad no concuerda con ese mito de amor romántico e ideal, se produce la frustración de dichas expectativas románticas, y ahí empieza todo.¿Es el amor realmente un cuento de hadas? ¿No hay cuentos de hadas alternativos?Hemos convertido un sentimiento teóricamente placentero, en sinónimo de relaciones desiguales de poder cuya consecuencia más dramática es la muerte de una de las partes; violencia como resultado de la más injustificable posesión entre las personas.Pero además, el amor toma de nuestra sociedad su carácter más consumista, donde en ocasiones prima más el detalle físico que el actitudinal, y cuyo efecto más inmediato es la recompensa material tras una actitud poco aceptable.Si enlazamos todo lo anterior, tenemos ante nosotros el conocido  “ciclo de la violencia”, desde el deseo de vivir una relación romántica hasta la denominada “luna de miel” justificante del acto violento. Sin embargo, esta cadena tiene un punto final que es, lamentablemente, la muerte;  muerte en su sentido más literal, ya que estas mujeres son testigos de lo que significa estar muertas en vida.Desgraciadamente, aún hay quien sigue quitándole importancia a este problema para compararlo con otros; con motivo del día internacional contra la violencia de género, siempre hay alguien encargad@ de menospreciar el problema haciendo un llamamiento hacia los hombres que sufren maltrato, y  ahora pregunto si en el día internacional contra el sida o el cáncer sucede lo mismo. En absoluto. En los casos anteriores la humanidad entera se vuelve sensible a ello, pero por alguna razón la sociedad no quiere que suceda lo mismo durante la celebración del 25N.Muchas personas se preguntan cómo en el siglo XXI con todos los avances existentes, siguen existiendo sucesos de este tipo, que parecen más bien propio de una época pasada, pero es que no hay herramienta más eficaz que la educación combinada con una toma de conciencia; conocer cómo funciona nuestra sociedad para saber a qué atenernos y contemplar la posibilidad de abrir nuevos caminos.


  #BEBRAVE#STOP



      

domingo, 24 de enero de 2016

¿Bendita? Juventud

La juventud comprende el periodo de vida del ser humano donde supuestamente es más sencillo sentirnos más libres, más capaces y con más inocencia e ilusión para trazar el camino que deseamos alcanzar en un futuro. 
Supuestamente.
No sé qué nos está pasando. No sé porque está provocada esta avalancha de pesimismo y constantes sentimientos de amargura personal.
Pocos están satisfechos con su vida, quizás no sabrían decir ni que es realmente lo que les motiva día a día.
Tampoco sé a ciencia cierta si esto se trata de un problema de nuestra generación o siempre ha sido así, pero sea lo que sea está claro que estamos destinando nuestra juventud a deprimirnos, y justo en un momento donde, situación socioeconómica aparte, no podemos decir que nuestra calidad de vida sea mala. Tenemos la capacidad de comunicación más grande de todos los tiempos, toda la información al alcance de la mano, libertad que nos permite movernos y ser dueños de nuestros propios destinos, redes sociales que nos conectan mundialmente con absolutamente todo y todos aquellos que deseemos, y tanto nos conectan que acabamos usándolas para gritar en silencio nuestras intimidades, frustraciones, preocupaciones…necesitamos compartir más que fotos llegando al punto crítico de compartir nuestros sentimientos, que rara vez son positivos. A través de las redes sociales muchas personas dan cabida a su desahogo personal y el panorama no es nada alentador.
Todo son problemas; decepciones, soledad, desamor… pero y todo esto ¿a qué se debe?, ¿acaso somos la única generación que ha experimentado estas cosas?
¿Qué nos está pasando para estar convirtiendo nuestra juventud en un periodo de llantos y lamentos?, ¿seremos una generación extremadamente sensible a todo esto?
Ya desde hace tiempo sabíamos que compartir nuestra vida con personas ,fruto de nuestra esencia social, implica exponerse en ocasiones a lidiar con ciertos sentimientos poco agradables.
Estar rodeados de personas contempla la posibilidad de que algún día, por voluntad propia o no, esas personas ya no estén en nuestro círculo.
Enamorarse contempla la posibilidad de que algún día, el amor se apague.
Defender una manera de actuar contempla la posibilidad de que no todo el mundo actúe como nosotros lo haríamos y viceversa.
Serian mis tres lecciones de vida mas importantes.
Pero todo esto ya lo sabíamos o por lo menos lo intuíamos, aunque parece que no lo teníamos tan claro ya que todo lo dicho anteriormente ha sucedido y seguramente en más de una ocasión y nos ha cogido desprevenidos igualmente. A pesar de haberlo vivido una y otra vez, seguimos sin desengañarnos, metidos en una espiral que nunca termina pero que si acaba con nuestro equilibrio mental.
Quizás en vez de martirizarnos preguntándonos constantemente porque el mundo y la gente son como son, es mejor preguntarnos porque no aprendemos de lo que vivimos, intentamos asumir las cosas y emplear nuevas estrategias para evitar errores semejantes, creo que sería más útil.
La gente está triste. Y lo más incomprensible, los jóvenes están tristes. Solo ellos saben por qué y solo ellos saben cómo pueden cambiarlo.
No sabemos ya dónde buscar la felicidad, pero más bien yo diría que no sabemos que es la felicidad. 
Muchos dicen que alcanzarla es complicado y yo digo que lo complicado es asumir que la felicidad no está en una persona, ni en las cosas, sino en nosotros. Cuando disfrutemos con pasión de nuestra soledad, de aquello que nos apasiona hacer ya estaremos siendo felices.
La búsqueda de la felicidad no es sino un mito, la felicidad vive oculta y latente en nosotros esperando a que la liberemos.



domingo, 13 de diciembre de 2015

Cuaderno de bitácora de 2015; ¡Madre mía!

Irremplazables. Irrepetibles. Los tres puntos de un triángulo con un microclima propio.
Esto no es un círculo cerrado, siempre estamos rodeados de más personas pero es su esencia, su identidad, su sentimiento lo que permanece blindado, reservado para los tres.
Inesperado, enigmático. Éramos dos y sin quererlo fuimos tres. Tres, el número perfecto, ni frio ni calor, ni mucho ni poco. A pesar de vivir en un mundo para dos, hemos hecho que casi todo involucre a tres. Defendemos un mundo adaptado al número tres y cuando no es asi nos enfadamos.
Uno de los descubrimientos de la vida es que, sin quererlo pone a tu lado personas sin sentido, a fin de que encuentres las adecuadas. Y este ha sido el caso. Y no puede ser tan mentira si  ha pasado dos veces en corto periodo de tiempo.
Una vez más “todo pasa por algo”.
Quizás ciertos acontecimientos tienen el propósito de alejar o por el contrario acercarnos a unas u otras personas.
Quizás no, seguro.
Vivir Un plantón o estar al lado de personas desequilibradas puede tener un significado. No hay que centrar la atención en el episodio en sí,  si no en lo que ha traído como consecuencia.
Gracias por plantarnos aquella mañana carretera arriba
Gracias por enredarnos en tus mentiras.
¡Gracias!
Y así sucedió. Así nos encontramos. Y empezamos a disfrutar. Y a reír. Y a reír. A apoyarnos, a quitarnos la razón, a gritarnos, a querernos, a compartir la experiencia que es vivir fuera. A abrazarnos sin motivo. Un triángulo que nació como reacción  al inconformismo con las personas, a la mentira, a las malas intenciones, a la envidia por la amistad.
El  lema es la risa. Pero no cualquier risa, la infinita. La que no termina, la que se crea hasta en los peores días. Hemos aprendido a reírnos de absolutamente todo. Y que bien sienta, que bien sienta la compañía de personas que te hacen sentir bien.
Pero no todo son risas. También somos capaces de tratar asuntos de estado importantes, nos preocupa el presente pero también el futuro y la variedad de opiniones está servida.
Como toda tribu, contamos con unas normas de convivencia no escritas pero establecidas. Y que nadie las ponga en tela de juicio, porque la puede liar:

Descanso, es imprescindible. dormimos hasta de pie y varias veces al día. Si la ocasión lo permite, siempre juntos. No importa el número de camas que haya, ni los grados de calor. Juntos.
Festivales, Estamos locos con ellos. Empiezan bien y acaban mejor, con animales al volante o desafiando a las fuerzas del orden. La fiesta es el way of life del grupo. No tiene por qué haber motivos pero cuando los hay, las recordamos durante varios meses.
Paella, Solo viene de un punto de España y se hace en un chalet.
Karaoke, Punto final de toda fiesta. Youtube nos terminará demandando por pesados. Para cantar es necesario echar la cortinilla. Puede haber gente descansando y no nos gusta molestar.
Vino, Es la bebida oficial. Toda reunión empieza con el vino y a partir de él se crea arte; en la ropa, en la casa. Las primeras ocasiones, fruto de la inexperiencia nos asustamos, ahora lo tomamos como una forma de fusionar la decoración tradicional.
Nuestra habitación, Es el punto de reencuentro tras la fiesta o por las mañanas. Allí hemos reído, dormido, comido y muerto de calor.
Mascotas, Por unanimidad, Gaspar, que esta traumatizado por todo lo visto y prefiere hacerse el disecado. Ahora se encuentra atravesando una breve etapa de celos a causa de una nueva incorporación: un mapache. El mapache es inofensivo. Solo quiere justicia y la conseguirá.
El mundo animal nos fascina. Nos enamoramos de cualquier ser vivo que nos ponga ojitos. Eso dice mucho de la gran sensibilidad y amor por la vida que nos caracteriza.
El studio, Qué felices hemos sido allí. Siempre hay cereales, pizzas, pasta, chocolate, cama con opción a la destrucción y temas de debate. Copas había, ahora queda  una. Estamos tentados a modificar la disposición de los muebles, pero todo a su tiempo.
Medios de transporte, El coche.  No sabría decir en cuál de los dos hemos sido más felices, pero no dudo cual ha pasado peores experiencias.
El kebab, Sitio público oficial. Lo mismo te queman una pizza que te ponen la hamburguesa que no has pedido. Si quieres un sitio al lado de alguien en especial debes reservarlo por riesgo a perderlo. Nos conocen y nos quieren.
Vecinos, Nos encanta la vida vecinal y la magia de sus relaciones. Si la persona de al lado quiere leer, enseguida le cedemos el honor y adaptamos el volumen de la música, si está intentando dormir bajamos el tono de voz. Socializamos con todo el mundo pero nos gusta que nos hablen educadamente. Somos escrupulosos con la educación.
Psicología, Nos gustan las terapias breves pero concisas. A veces se nos van de las manos y terminamos gritando. Gritamos más o menos dependiendo de la altura a la que estemos. Luego nos reímos y se nos pasa. A la mañana siguiente, recordamos esos gritos con ternura. No podemos evitar ser diferentes.
Si Einstein creo la teoría de la relatividad, nosotros hemos creado la de la bipolaridad y sumamos casos prácticamente cada semana. Somos unos expertos de la mente humana.
Socialización, Estamos en racha. No paramos de conocer gente. Cómo es esa gente no vamos a entrar en detalles. Si estás perdido y nos encuentras probablemente termines con nosotros. Nos gusta acoger personas, hablar con ellas y ayudarlas a recuperar la ilusión por vivir. Si hay que salir en ropa ligera a buscar a alguien por la noche y en invierno, se sale. Si hay que ir a buscar a alguien al aeropuerto se va. Si hay que limpiar la casa con los calcetines, se limpia.
Aficiones, Somos unos trotamundos. Los domingos de turisteo son un clásico. Nos cuesta ponernos de acuerdo por miedo a imponer nuestros gustos. Los gustos son bastante distintos entre sí pero aunque lo sabemos seguimos discutiendo por ello.
También nos gusta el deporte, sobre todo las bicis. Nos encantan. Cada uno con sus destrezas pero lo uno no quita lo otro. El running también nos llama la atención; hemos repescado a una nueva deportista que dará que hablar. Otros se dedican a desafiar.
Somos poco de televisión pero siempre hay tiempo para unos capítulos de física o química o sex in the city. Aunque la telebasura no nos gusta nos volvemos locos con programas que tengan nominaciones. Somos fans de la adrenalina. Como personas amantes de la cultura también nos nutrimos de documentales; unos los ven y otros los padecen. Nos respetamos.
La música es otra pasión. No vamos a ningún sitio sin ella. Desde los clásicos del huerto, pasando por papa levante y acabando con Nervo. Cantamos, bailamos… llevamos vidas de artistas.
Somos amantes de los refranes y de las frases hechas, si no existen los inventamos. Tenemos repertorio: “Cobarde que el culo te arde”, “Quien duerme no vive”, “todo riquísimo”, “la mejor compañía de suiza”, “iya lo que tu igas,yasta”, “que caló”, “iyo puta”, “todo pasa por algo”, “Daleá”,”iyo,iyo,iyo”...

La vida nos ha obligado a crear un equipo de investigación #csi. Lidera su presidenta que todo lo que dice se cumple. El resto no nos quedamos atrás y la ayudamos a elaborar teorías. Nos reímos mucho teorizando pero no nos reímos tanto cuando lo que decimos se cumple.
Tres maneras de ver la vida, de pensar, de actuar, de sentir, que van de la mano, juntas, sin perderse.
Porque no importa que ciudad de Europa visitar, si ese viaje lo hacemos JUNTOS.

Pd: Y una vez más, no lo digo yo, lo dicen los astros. “Existe una cierta complementación aunque sea a través del conflicto”.


#2015#Gracias#RisasInfinitas